Reloj de cuarzo

La crónica de la relojería tuvo diferentes instantes y ocasiones que han supuesto un punto de inflexión, un profundo cambio o un «ya nada va a ser igual». Uno de esos instantes fué la acometida de la electrónica, y más exactamente del oscilador de cuarzo, como parte del diseño constructivo del reloj. En la época del siglo pasado, un reloj era una seña de distinción y, en la mayor parte de las situaciones, un reflejo del estatus popular al que se había llegado. Por otro lado, la cualidad primordial que le pedía un usuario a su reloj era no tener que ponerlo en hora siempre, y si podía evadir ofrecerle cuerda día tras días, ello suponía un valor añadido. Lo que en la crónica de la relojería se llama «Revolución del Cuarzo» llegó en la época de los años setenta del siglo pasado, hasta entrados los ochenta y representó un salto tecnológico a la vez que una globalización del reloj de pulsera, que se volvió económico y exacto.

       

El reloj pasó de ser un elemento de lujo a una utilidad accedible y además se consiguió que el ofrecer cuerda y el poner en hora fuera una anécdota del pasado.¿Por qué ese cambio tan extremista? Parte importante de esa cuestión se soluciona cuando observamos cómo trabaja y cómo está diseñado un movimiento de cuarzo. UN PUNTO DE PARTIDA Esos que van siguiendo esta parte tienen la posibilidad de tomar como punto de partida las funcionalidades de un reloj mecánico, para ir comparando cómo se hacen las mismas y qué sistemas se dedican a ello en un calibre de cuarzo.

 

En la tabla 1 se tienen la posibilidad de ver los distintos sistemas que conforman un movimiento y qué parte es la que ejecuta cada acción en un reloj de cuarzo, en oposición a uno mecánico (aquellos leyentes que posean el número 6 de Máquinas del tiempo por ese momento, merece que lo tengan a mano). El movimiento sin el circuito electrónico (de color azul), en la parte central izquierda. Puede verse la bobina en la parte de abajo del circuito y un rectángulo gris en la sección derecha que es el oscilador de cuarzo. La fuente de energía No todos los relojes de cuarzo tienen un sistema que sea la fuente de energía; es más, los primeros no contaban con tal gadget.

 

Pero la tecnología de hoy permitió sustituir la pila por un acumulador o batería. La distingue entre los dos estriba en que la pila sólo facilita un uso -cuando se termina debe reemplazarse- en tanto que un acumulador o batería puede recargarse un número preciso de ocasiones por medio de la aplicación de energía eléctrica que provenga del exterior del reloj. Éste es la situacion de la tecnología «Eco-Drive» de Citizen, que usa la energía lumínica que capta por medio de células fotoeléctricas ubicadas en la esfera del reloj, transformándola en energía eléctrica que para cargar la batería; o bien el sistema «Kinetic» de Seiko, que por medio de el movimiento de un rotor -como en los relojes mecánicos- hace girar una dinamo, transformando la energía cinética del reloj en energía eléctrica para cargar la batería.

EL ALMACENAMIENTO DE ENERGÍA: LA PILA Por definición, la pila es un generador de corriente continua que transforma la energía química en energía eléctrica y no es recargable. Exactamente, las Un material piezoeléctrico vibra -es decir, tiene una reacción mecánicamente- cuando se le somete a alguna tensión eléctrica. Y al reves, cuando es sometido a una fuerza mecánica es con la capacidad de crear una corriente eléctrica. Como además es un material resonante, tiene un tiempo de oscilación que le es propio. Por consiguiente, si sigue la tensión eléctrica de manera continuada, vamos a tener una vibración a una continuidad excepcionalmente precisa.El circuito eléctrico interpretará esa continuidad popular en intervalos de segundo.

 

Como la continuidad es muy precisa, el intervalo de un segundo además lo va a ser, lo que constituye la causa por la cual estos relojes son demasiado precisos. Un reloj mecánico tiene una continuidad de oscilación entre 2,5 y 4 Hz (18.000 y 28.800 alternancias por hora) en tanto que la continuidad de oscilación del cuarto es comunmente de 32.000 Hz, esto representa unas 10.000 ocasiones el tic-tac habitual de los calibres mecánicos. ESFERAS Y AGUJAS TRADICIONALES Este sistema es completamente igual en un reloj de cuarzo y en uno mecánico, cuando hablamos de relojes analógicos, oséa con agujas: es el cañón de minutos quien ejecuta el nexo entre en el tren de engranajes, que gesta el contaje del tiempo, y las agujas, que marcan la hora sobre la esfera.

 

El cañón de minutos se sujeta sobre el eje de la rueda correspondiente, y sobre él se ubica la aguja de los minutos. El cañón de minutos tiene la característica de aceptar un deslizamiento respecto al eje sobre de la rueda en el que está encastado, lo que hace viable parar el movimiento de la puesta en hora y del propio contaje horario del reloj.Asimismo, el sistema de puesta en hora trabaja de esta manera en un reloj de cuarzo: por medio de la tija y el piñón corredizo se hacen girar las ruedas de minutería que aceptan el preciso ajuste de la hora. En la situacion de los relojes digitales, la monitorización de la hora se ejecuta por medio de pantallas que detallan tanto la información horaria como la relativa a las otras probables funcionalidades del modelo.

 

Despiece terminado del calibre. El punto de inflexión Iniciábamos la parte hablando que el reloj de cuarzo ha supuesto un punto de inflexión en la historia relojera, por abaratar los gastos y incrementar la exactitud de los relojes. Si releemos el artículo y volvimos a ver las distintas imágenes de un calibre de cuarzo con funcionalidades de hora, minutos, segundos y día de la semana, cuya copia mecánica sería un movimiento automático, nos daremos cuenta del por qué de la «Revolución del cuarzo». A igual ocupación, hay menos elementos en un reloj de cuarzo que en uno mecánico. Y no sólo eso, los procesos de construcción son más veloces, y por consiguiente baratos.

                                 

Indudablemente hemos visto en bastante más de una oportunidad el desarrollo de ensamblaje de un circuito eléctrico: un cabezal que va escupiendo a una agilidad vertiginosa los distintos elementos con exactitud milimétrica. La sepa de elementos delicados -como es la situacion del espiral en un reloj mecánico- además ayuda a simplificar el montaje y facilita su automatización. El valor de un movimiento de cuarzo de calidad está alrededor de los 30 euros (PVP por una unidad); uno mecánico de cuerda (ETA’sa 6497), en unos 150 euros y uno automático (ETA’sa 2824); en unos 250.

 

Eso nos puede ofrecer un concepto de la distingue entre unos y otros. La continuidad de oscilación de un movimiento de cuarzo facilita lograr precisiones de variantes de marcha inferiores a un minuto al año o, lo que es semejante, cinco segundos al mes. Si lo traducimos en alteración de marcha día tras día, ello equivale a menos de 0,2 segundos al día. Resumiendo, da una exactitud que no puede asegurar ningún reloj mecánico, aunque tenga el certificado COSC. No obstante, un reloj de cuarzo no va a tener la magia hipnotizadora del movimiento de un volante ni va a ser con la capacidad de cautivarnos con el romanticismo de su sonido. Pero, como todo en esta vida, ha de haber deseos para todos.

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